Mambrú se fue a la guerra, y donde está no tienen WiFi.
En algún momento de la vida pensé por un instante dedicarme a la vida militar: táctica y estrategia, disciplina y limpieza extrema, ejercicios físicos, y cuando supe que se bañaban todos los días, me di cuenta que eso no es lo mío. Aún así, la vida es una guerra.
A veces tenemos amigos, a veces se convierten en enemigos, tenemos que planificar cómo ganar y a veces cómo nos retiraremos, muchas veces con honra y a veces somos derrotados con vergüenza. Y por ahí hay una frasecilla atribuída a Napoleón:
Habré perdido una batalla, pero no la guerra.
Con mi amigo Alexis acostumbramos a «recordar» nuestra época en Vietnam. Nos imaginamos la militancia en tropas especiales, viajando en camioneta, caminando, con nuestra mochila al hombro, en condiciones adversas. Nunca fuimos, pero imaginamos como es estar en batalla, poniendo todas tus capacidad a prueba, siendo quien realmente eres, porque en la guerra no hay tiempo para ser gallina.
La vida se trata de pelear, pero también de hacerlo bien, sin trampas, dando lo mejor de nosotros, esforzándonos al máximo, como Rambo en sus películas, como Rocky en sus peleas, como Gokú en sus enfrentamientos. Dar lo mejor de nosotros siempre será la clave para una buena batalla. Hay 5 puntos sobre la vida de combate que quiero compartir contigo:
- Escoge tus batallas. No todo en la vida es digno de tu esfuerzo. Pelea por lo que vale: tus sueños, tu familia, tu fe, tus metas.
- Sin fusil no vas a la guerra. Debes estar listo para tus enfrentamientos de la vida. Prepárate para ellos.
- Nada se acaba hasta que se acaba. Aunque quieras rendirte, debes luchar hasta el final. Respira, respira, respira y ¡continúa!
- No eres Chuck Norris. Sólo Chuck Norris podía acabar con un ejército completo con su dedo, tú no. Debes tener un equipo, gente que persiga lo mismo que tú, que te cuide y a quienes tú puedas cuidar.
- En la guerra no hay medalla de plata. Sólo los vencedores alcanzan el premio.
Recuerda lo que Pablo le dijo a Timoteo:
Pelea la buena batalla por la fe verdadera. Aférrate a la vida eterna a la que Dios te llamó.