Hace unas semanas viajé a Cuenca, acá en Ecuador. Una ciudad hermosa por sus paisajes y su gente, pero las personas que me recibieron e incluso yo no sabíamos que este viaje no iba a darse y que fue posible por un ticket de última hora.
Llegué a la terminal de autobuses con mi equipaje y mi ticket listo. Escogí un asiento en el autobús, me puse cómodo y esperaba ya con ansias empezar el viaje de ocho horas que me llevaría a mi destino. Recibí la visita del ayudante del chofer que me indicaba que había un problema en mi ticket y que no viajaría en ese autobús. Habían vendido el mismo ticket a otra persona con anterioridad.
Entre la inquietud, la tranquilidad de la noche y la necesidad de viajar, empecé a preocuparme pero traté de mantener la calma. Una señorita me ayudó y dijo que haría lo posible por ubicarme en otro autobús, lo cual hizo. Estábamos sobre la hora para comprar otro ticket pero amablemente me ayudó y empecé mi viaje. [bctt tweet=»Un ticket de última hora nos viene bien de vez en cuando, como al tipo que estaba crucificado junto a Jesús.»]
Como sabrán, Jesús fue crucificado junto a dos personas más. No sabemos cual fue su delito, pero estaban allí junto al maestro, expuestos a la burla, a las ofensas, a ser la advertencia para todo un pueblo de que allí terminan quienes se rebelan, roban, asesinan. Era muy tarde para arrepentirse.
Y aunque sí, era muy tarde para enmendar la vida, cambiar las decisiones, uno de los compañeros de sufrimiento de Jesús le dice «Acuérdate de mi cuando estés en tu reino». Eso es tener esperanza. Sea asesino, ladrón, o uno de los rebeldes del sistema no tenía tiempo de ir a una reunión y esperar por una oración del predicador de turno. Tampoco tenía tiempo para ir a ningún curso de discipulado, retiro espiritual, seminario teológico, congreso, taller, conferencia, no alcanzó a ser nombrado ministro ni involucrarse en un ministerio, ni siquiera tenía tiempo suficiente (ni la capacidad) para ir y comprar una Biblia y hacer todos los estudios requeridos sobre la salvación, (hay que recordar que en ese tiempo no existían los libros de los evangelios, por lo que no tenía Juan 3:16 para memorizarse y ganar un premio) pero hizo lo que se debe hacer: Hablar directamente con Jesús y pedirle un ticket de última hora.
Jesús le dice «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso».
Así es el Maestro, dando una oportunidad más al que ya no tenía ninguna.