En Quito, mi ciudad tenemos una expresión que la usamos cuando queremos decir que algo no requiere tanto adorno o complicación: Sin tanta guaragua.
En varias ocasiones he asumido retos para los cuales se lo que debo hacer pero por preguntar a otros me he complicado el panorama. Te dan consejos, ideas, advertencias o estrategias que en lugar de contribuir, hacen de tu camino una agonía.
A David le pasó.
David, como saben queridos educandos, era un joven pastor de ovejas que un día decidió luchar contra el archienemigo de su pueblo. El rival se llamaba Goliat y se caracterizaba, entre otras cosas, por su gran estatura y fuerza. David sabía de peleas porque tuvo que defender y recuperar muchas veces a sus ovejas, los osos eran los rivales predilectos del muchacho. Él sabía cómo pelear porque lo había hecho antes, hasta que por ahí le llenaron de guaraguas al pobre chico.
Antes de ir a pelear con el gigante Goliat le dijeron «debes usar esta armadura, este casco, esta espada, este escudo», una cantidad incontable de peso extra que David no estaba acostumbrado a llevar. Todos diríamos «Es obvio, no era cualquier pelea», pero me pregunto yo ¿era necesaria tanta guaragua si David ya sabía cómo pelear y vencer?
Recuerdo cuando hace algunos años soñaba con hablar a los jóvenes y compartirles el mensaje que Dios me había dado para transmitir. Empecé a ver videos de predicadores, leía libros, buscaba las estrategias de todos los hombres importantes y pensaba que llenándome de guaraguas ajenas podría hacerlo efectivamente. Me equivoqué, Dios me había dado un mensaje para compartir y no era necesaria tanta complicación. Él puso en mis manos herramientas y yo quería tomar otras en lugar de las que él me regaló. No debía vestirme como otros ni hablar como otros, debía ser como soy porque él me dio una meta.
Este blog nació así, sin tanta guaragua. Si hubiese ido a los líderes evangélicos, de seguro me hubiesen pedido documentos solicitando el respaldo académico, teórico y teológico por el cual escribiría artículos semanales que hablan de lo que Dios hace en nuestras vidas, pero no era necesario. Ahora tengo ciertos parámetros, calendario de publicación, revisión de estadísticas y lo que era tan sólo un blog de 5 visitas semanales se ha convertido en lo que es ahora, un poco más de 5 visitas semanales ;).
No permitas que otros te llenen de guaraguas el camino. Si Dios te puso en esto es porque él tiene las estrategias y herramientas para ti.
El final de la historia de David fue que devolvió la armadura, incluyendo la gran espada y el super escudo. No necesitaba nada de eso, él sabía que con lo que Dios le dio sería suficiente para cumplir la meta. Por más pequeña que sea tu honda y tu piedra, si Dios te metió en esto, el sabrá hacer caer al gigante. Cree en lo que él te llamó a hacer y hazlo sin tanta guaragua.
Un abrazo,
Jimmy (el del blog).