Algunos tienen más capacidad de almacenamiento en dropbox que en su cerebro. Plop.
Recuerdo que cuando iba a la iglesia y el predicador no había preparado el tema recurría a las historias típicas: David y Goliat, Parábola del Sembrador, La semilla de mostaza, o El hijo pródigo. Todas me sabía de memoria y nunca decían algo que no hayamos escuchado antes. Y aunque los predicadores a veces compartan refritos bíblicos, la Biblia siempre dice algo nuevo.
Con respecto al hijo pródigo es fácil resumir la historia: Un hijo tentado por la vida pecaminosa y lujuriosa de ciudad, pierde todo, regresa a su papá y el papá lo recibe con amor. Pero entre todo esa historia que es la de muchos de nosotros, hay algo muy valioso: la memoria del hijo pródigo.
Dice el relato que después de perderlo todo, sucedió esto:
Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.
Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
Y volviendo en sí, dijo: !!Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
El hijo sí tenía memoria de lo que hacía su padre. Muchas veces cometemos el error de esperar señales del cielo para abandonar nuestra vida llena de estupideces, dolor y errores. Queremos que Dios mismo baje y nos guíe al sendero correcto, pero yo encuentro en la Biblia que este chico volvió en sí y recordó cómo era su padre.
¡Rayos! Todo sería diferente si recordáramos cómo es nuestro padre. ¡Da de comer a los siervos de su casa! Si es así con ellos ¿cómo no me recibirá a mi también?. Nos estancamos en el «no lo merezco», ¡pero esto no se trata de merecer! El padre es así y no hay nada que podamos hacer que pueda cambiar su esencia.
Al Padre le vale un comino si crees merecerlo o no. Es hora de recordar que él te espera en casa.