Selah: Cuando no tenemos palabras – Día 2

¿Cómo hablamos con Dios cuando no queremos hablar?

Hay ocasiones en las que no hay palabras ni ganas de decir nada, y pensamos que es mejor no orar, sin darnos cuenta que también podemos hablar con Dios, incluso cuando no hay más que decir.

Fue hace algunos años cuando me di cuenta de esto. No tenía ganas de orar, ni sabía qué decir en esos casos. Pensé que sería mejor no hacerlo, pero igual lo intenté y le dije a Dios que no tenía nada que decir, y que no tenía ganas de orar tampoco. Me quedé en silencio por un rato.

Recuerdo recostar la cabeza un momento, y fue un momento de descanso, de quietud, de tranquilidad, y de muchas otras sensaciones. Fue la primera vez que me mantuve en silencio intencionalmente junto a Dios. Sin duda, él sabía del cansancio de mi corazón, y él mismo dijo: yo los haré descansar.

No puedo decirte qué sucederá cuando decidas tener un tiempo en silencio con Dios, porque él nos habla de diferente manera. Quizá ponga un pensamiento en tu mente y corazón, o las lágrimas empiecen a correr. Probablemente esa idea que te atormenta se calle y sea la paz de Dios la que ocupe ese lugar… pueden suceder muchas cosas.

En un mundo de notificaciones, Dios nos habla en el silencio

Desconéctate un rato. Parece imposible, ya que tienes tantas cosas que atender, pero es posible. Cuando quiero un tiempo de silencio con Dios, tengo que buscar un lugar, un tiempo, porque sino me dejo absorber por lo que me rodea. A veces debo decirme «ya, no más pensando en eso, confía en Dios!» y decirlo me recuerda que estoy en un tiempo de quietud.

De verdad, de todo corazón te lo digo, tómate un tiempo para hacer una pausa. Nada de lo que te preocupa es más grande que Dios. Nada de lo que has hecho va a cambiar su amor por ti. Nada de lo que pienses es más grande que lo que él piensa de ti.

¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios!

Salmo 46:10

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