Rápidos y furiosos

Toda la semana estuve pensando en el post para el blog, como se habrán dado cuenta no hubo post; y entre tantos pensamientos se terminaron los días. No hay duda: el tiempo, el dinero y las vacaciones se van volando.

Pero, me sucedió algo que un pseudo predicador multitudinario describiría como: ¡Tuve una revelación! Y entonces pensé «Ahora sí tengo tema para el blog». Dígale a la persona que está a su lado «Tenemos tema para el blog». Amén.

El sábado estuve en la línea de meta de una carrera de atletismo de mi ciudad. Los participantes corrieron, caminaron, se quejaron o trotaron durante diez kilómetros, y era muy interesante ver las reacciones de las personas en los últimos metros: muchos llegaban caminando, cansados. Otros llegaban corriendo en una suerte de Ironman de pueblo, y algunas parejas llegaban tomadas de la mano, felices, enamoradas. Ay el amor atlético.

Lo interesante fue recordar en ese momento la frase de mi querida Sary que dice así:

No es de los que empiezan, sino de los que terminan la carrera

Cuando escuché eso me confundí e incomodé al mismo tiempo. A veces pienso que por todo el camino recorrido en la vida cristiana ya tengo asegurado un puesto VIP en el cielo. Tantos años de esfuerzo, tantos años de pecar y arrepentirme se merecen su recompensa. Hay ocasiones en las que he confiado demasiado en lo que he hecho, y me olvido que este camino no es por obras, es por fe.

Pablo, uno de los héroes de la fe dijo en una ocasión:

Yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer. Así que sigo adelante, hacia la meta, para llevarme el premio que Dios nos llama a recibir por medio de Jesucristo.

Qué interesante: no sólo se trata de correr, gatear o caminar, se trata de llegar a la meta. No se trata de acelerar a fondo ni de ser un cristiano rápido y furioso, se trata de terminar la carrera. Caminando, corriendo, cojeando, como sea, esa es la meta.

Tiempo después, Pablo en su carta a Timoteo le dice:

 He luchado por obedecer a Dios en todo, y lo he logrado; he llegado a la meta, y en ningún momento he dejado de confiar en Dios.

No sólo caminó sino que ¡llegó a la meta! No me digas que ya has caminado suficiente, que tienes un «largo recorrido ministerial», ni tampoco tus años de ir a la iglesia. No importa cuánto hayas caminado, lo que importa es llegar a la meta. Dios no te va a dar un aplauso por rendirte. Nuevamente: La carrera no es de quien la empieza, sino de quién la termina.

Estimados lectores, dejen este computador de lado y busquen sus zapatillas, un camino nos espera. Nos vemos al final.

3 comentarios en “Rápidos y furiosos”

  1. turismo rural la rioja

    Hace pocos dias he comenzado un web, la información de tu blogg me proporciona mucha informacion. Gracias por todo tu tiempo y trabajo.

    Saludos

  2. NO IMPORTA SI EL CAMINO ES TAN LARGO Q PARECIA LA OCCIDENTAL? JAJA MUY BUENO AMIGO JAIME! UN BUEN CONSEJO PARA CONTINUAR! :)

Los comentarios están cerrados.

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