Edición especial: Protestantes y otras plagas

En el mundo existen dos tipos de religiosos: Los que creen en Dios y los que no creen en Dios. Así es, los que no creen en Dios creen en Nietzche, creen en el Big Bang, en Stephen Hawking, o sino creen en nada, todos somos una bola de religiosos.

A decir verdad, de niño pensé que mi religión era la correcta, además de creer que era la más bonita, la más importante, la más respetuosa. Creo que si hubiesen realizado un comercial de TV podríamos haber dicho «9 de cada 10 personas buenas son evangélicas. ¡Hazte cristiano ahora!» Tomó un par de años saber que no era así.

Según entiendo, de acuerdo a lo que he leído y a la película que vi, el señor Martín Lutero fue un tipo muy inteligente que al ver lo que le enseñaron en el monasterio vio que no era completamente cierto. Una verdad a medias es una mentira, así que se inspiró, escribió como 90 tesis (hojitas con sus apreciaciones) y las clavó en la  Iglesia del Palacio de Wittenberg (gracias Wikipedia). Así se inició mi religión, con una protesta bastante sabia: la de dar a conocer la verdad, pues la verdad nos hará libres como dice la Biblia.

El movimiento protestante nació allí con el Señor Lutero y se fue propagando como el fuego en un bosque seco, como el viento corre por donde quiere, o si prefieren, como una plaga. Me parece digno de admirar que alguien se haya opuesto al sistema caduco de la época desafiando lo aprendido, en búsqueda de algo más. Lutero se puso las pilas y ya ven, casi 500 años después seguimos hablando de él.

Entonces:

Si el protestantismo inició como un desafío a lo establecido, a buscar una verdad diferente, a no comer con cuchara lo que nos digan, ¿qué pasó? ¿En qué momento perdimos ese tinte bélico y atrevido? Una pregunta mejor que esa: ¿Alguna vez lo tuvimos?

Hoy es 31 de octubre y los protestantes se han volcado a Facebook y Twitter demostrando su rechazo al Halloween. Cuando en algún país está por aprobarse una ley a favor del matrimonio homosexual, ahí también estamos presentes. Cuando van a legalizar el consumo de marihuana corremos a las calles con carteles a decir que es pecado, que es incorrecto, que lo que nosotros digamos es la verdad. Triste. Pero cuando es el concierto de nuestro adorador favorito pedimos ayudas para entrar sin hacer fila. Contratamos un servicio de televisión por cable pirata. Vamos al colegio o universidad sin haber realizado nuestras tareas, tal como lo hacen todos. ¿Protestantes?

De protestantes no tenemos mucho. Lo que somos es expertos para quejarnos. Ofenden nuestras creencias y oh! sentimos la necesidad de decirle al mundo que es pecador, promiscuo, lujurioso, vergonzoso y todo lo que termine en oso.

Dejemos esta falta de valentía (por no decir otra palabra, que tiene que ver con lo que ponen las gallinas) y empecemos a protestar en serio por cosas que valgan la pena. Mañana ya no será halloween, y ¿entonces porqué protestarás?

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