Había en una ocasión un niño que hacía todo bien.
Era el niño más educado, el más obediente, el que nunca criticaba.
Llevaba su ofrenda a la iglesia y su camisa bien planchada nunca faltaba.
Era un niño que oraba en las tres comidas diarias
y aún por los niños del África elevaba sus plegarias.
Un día llegó la adolescencia y la vivió con mucha decencia.
Jamás miró a la hija del pastor
y todas las hermanas decían
«¡oh que lindo joven! es todo un amor».
Cuando joven, le llegó el tiempo de ir a la universidad
y se destacó por vivir excelentemente su cristiandad.
Todos lo miraban, nadie encontraba un error,
parecía ser de Jesucristo el sucesor.
Una vez que fue profesional, la cosa no cambió,
seguía siendo un angelito,
de los diez mandamientos el más fiel seguidor.
Sólo le faltaba una cosa en su vida,
algo para lo que necesitaba una garantía.
Debía asegurarse que al morir
en el cielo con globos y orquesta le recibirían.
Así que el niño que hacía todo bien fue a Jesús
a presumirle su currículum, su vida de rectitud.
Jesús, sin impresionarse le pidió un favor
adivinen ¿qué le dijo al chico aquel sabio Señor?
Le dijo:
«Que chévere que hayas cumplido los mandamientos
y que hagas todo bien,
tu hoja de vida está intacta
pero hay algo que te falta.
Todo lo que tienes dáselo a los pobres, ese es el trato.
No será difícil para ti ya que la Biblia has estudiado.
Supongo que tanta lectura y oración te han enseñado
que ser cristiano es más que un teatro.
Que no se trata sólo de hacer todo bien, sino de amar a otros
que la ley sin amor es chatarra.
Seguir los mandamientos no es suficiente,
tienes que amar a otros más que a tus palabras»
El joven muy triste, al darse cuenta que no era un chiste
decidió alejarse del lugar, no sin antes cuestionar
«¿De qué me sirve tanto mandamiento
si no puedo amar al que está a lado, en el otro asiento?
Ojalá me hubiesen dicho
que mi currículum no me puede salvar,
que la Biblia más que reglas y teoría
es luz, es una guía
que el Salvador murió con los brazos abiertos
para darnos a todos la bienvenida,
que por amor, a su lado
todos tenemos un lugar».