Hoy, 25 de marzo de 2016 no puedo compararme con Pablo el apóstol, Daniel el intercesor, José el administrador ni aún con David el cantante. Hoy soy Pedro.
Miraba el partido entre Brasil y Uruguay con cierto interés en el marcador, esperando que Ecuador mantenga su ventaja y digamos que así fue. El empate nos mantiene con varios puntos sobre el segundo en la tabla, pero tenía más atención en un personaje: Luis Suárez, el pistolero uruguayo que hace varios meses viene demostrando su mejor fútbol junto a Neymar y Messi en el Barcelona de España.
Estaba muy interesado en ver sus reacciones. Recordarán ustedes que fue sancionado por la FIFA cuando mordió a un contrincante. ¿Descabellado? Por supuesto, pero no dista de la realidad de muchos de nosotros, entre los cuales me incluyo. Les cuento que no hubo nada fuera de lo normal, excepto el gol que marcó para dar el empate a Uruguay… ¡qué golazo! Un jugador con exquisita capacidad técnica. nadie salió lesionado por una mala reacción suya. Alguien que entendió que no es suficiente el talento, siempre debe acompañarlo el carácter.
[bctt tweet=»El carácter marca la diferencia cuando estás en un mundo lleno de talento.»]
Que fácil es dejar que nuestro ego, orgullo y prepotencia salga a flote y trate de resolver las situaciones de la cotidianidad. Es aún más fácil gritar a alguien, provocar una pelea, discutir hasta declararnos vencedores, o hasta humillar al otro.
Pedro lo pasó en una madrugada como la de hoy hace muchos años. La gente lo identificó como uno de los discípulos de Jesús y él lo negó rotundamente. Sí, hablamos del Pedro que estás pensando, el que caminó en el agua. Sí, hablamos del que vio la multiplicación de los panes. ¡Exacto! Hablamos del Pedro que hace unas horas estaba sentado en una silla con su maestro, al que Jesús lavó los pies hace unas horas. Ese mismo Pedro ahora negaba conocer al nazareno que estaba a punto de ser golpeado y crucificado.
Un día mi amigo y pastor Gio Martínez me dijo: «Si te quitaran tus talentos, tus dones, tus habilidades ¿qué queda de ti?» Yo respondí: «un montón de huesos y carne» y él me dijo «No, queda tu carácter y es con lo que Dios quiere trabajar».
Que duro es terminar el viernes santo mirando al cielo y pensando cuán Pedro soy. Cuántas veces estoy dispuesto a golpear a otros, a gritar a otros, a ignorar a otros, a negar la obra del Maestro en mi vida. Que duro es pensar que en lugar de avanzar has retrocedido. Que duro es ver que el carácter que Jesús está formando en mi se ve opacado porque prefiero actuar a mi manera, como diría Sinatra I did it my way.
Que duro es mirar a Jesús ahí en una cruz sin acusaciones, pagando el precio de mi necedad. Que duro debe ser Jesús un viernes como hoy muriendo por quienes lo negamos.
[bctt tweet=»Que duro debe ser mirar al Maestro en la cruz y saber en tu corazón que él no debe estar allí.»]