Ya lo dijo don Alejandro Sanz «no es lo mismo».
¿Quién no ha querido un milagro? ¡Todos! Ya sea un milagro financiero, emocional, futbolístico, académico, todos hemos querido un milagrito. Escuchamos tantas historias de cómo nuestros amigos, líderes o desconocidos vieron cosas asombrosas y queremos que nos suceda algo parecido, pero por eso Sanz dice no es lo mismo.
Un error frecuente es creer que antes que la vivencia está el método. Nos hemos aferrado a formas de hacer las cosas que realmente son particulares de cada quien. Tu líder conoció a su novia por un par de semanas y se casó y esperas que te pase lo mismo. Un familiar se curó de una enfermedad y le preguntas a qué iglesia asiste para que a tí también te oren allá y te cures. Alguien desinteresadamente compartió lo que tenía con alguien y le va bien, entonces tú haces lo mismo para que te suceda el milagrito.
Jesús sabía que la gente se aferra a los modelos, a las cábalas, a los amuletos, por eso no hacía un milagro de la misma forma. En una ocasión Jesús sana a un ciego preguntándole
—¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego respondió:
—Maestro, quiero ver de nuevo.
Jesús le dijo:
—Puedes irte, tu fe te ha sanado.
En otra ocasión, con otro ciego
Escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y se lo untó en los ojos al ciego, diciéndole:
—Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa: Enviado).
El ciego fue y se lavó, y al volver ya veía.
¿Por qué no hizo el mismo milagro de la misma forma? Porque no era el mismo milagro y porque no es lo mismo.
Es necesario entender que cada uno tiene una historia con Dios, una experiencia y una serie de vivencias. Es valioso conocer lo que Dios hizo en las personas que nos rodean, y mucho más valioso es saber que él quiere trabajar con nosotros de maneras diferentes, especiales. Mucho tiempo viví frustrado porque mis amigos me contaban sus experiencias al orar, super espirituales y sobrenaturales, en mi caso cuando oraba no se movían las cortinas ni el piso temblaba, siempre hubo quietud. Un día entendí que así es como Dios conversaba conmigo, en el silencio para no distraerme como acostumbro cuando hay mucho ruido.
No te aferres a los modelos. Si a tí no te sucede lo que a otros le sucede, tranquilo. Si Dios te habla de maneras diferentes, escucha.