Nos han enseñado a luchar, a perseverar. Nos dijeron que «mientras más bravo es el toro, mejor es la corrida», «hay que luchar hasta el final o morir en el intento». No nos dijeron que hay momentos en la vida en los que rendirse es una opción.
Han sido meses bastante complicados en cuanto a enseñanzas de Dios en mi vida. Él se ha tomado el tiempo de desmoronar uno a uno mis argumentos, y como buen ser humano imperfecto he creído que puedo ganar esta pelea. Sí, Dios es Dios pero a veces me coloco en pedestales para darle la talla, pelear uno a uno, frente a frente… y no lo logro. Ni siquiera alcanzo sus tobillos.
Han sido meses de luchar por sueños, anhelos, proyectos, personas, y en un tiempo de oración/reproche/conversación con Dios hace unas semanas me di cuenta de algo: Yo no puedo ganarle a Dios, no hay manera en la que yo pueda vencerlo. Por más terco e insistente que sea NO VOY A GANAR, era tiempo de botar la toalla, soltar lo que tenía en las manos, dejar ir, poner todo en manos de Dios.
Acto seguido de entender eso hice una oración sencilla, sentida, dolida, sincera:
«Dios, no te voy a ganar, no puedo ganarte. En la lucha entre tú y yo no voy a ser el vencedor. Tú eres más grande que yo, tus planes son perfectos. En ningún intento y de ninguna manera yo voy a salirme con la mía. Me rindo, tú ganas.»
Estamos tan aferrados a nuestros sueños, a personas, a relaciones que debemos dejar ir, a proyectos que necesitan terminar, pero no lo hacemos. Nuestro orgullo nos impide decir adiós, no puedo más, se terminó, no hay nada que pueda hacer. Una vez más el error de Eva y Adán nos persigue: querer ser como dioses, dejar de lado al Creador, creer que tenemos todo bajo control. Mi querido lector, tú no vas a ganar
Por eso David dijo en uno de sus salmos
Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.
Y siempre pensamos que ese «y él hará» es «y el hará lo que soñamos, lo que queremos» y no es así. Él hará su voluntad en tu camino. Un par de frases después el mismo David dice:
Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.
[bctt tweet=»¿Cuánto tiempo más te demorarás en entender que Dios va a ganar?»]
Rendirse cuesta, duele, molesta. Es un ataque a nuestro ego, pero no ganarás, no hoy, ni mañana, ni nunca. Cuesta, pero es necesario rendirse.
Dios, tú ganas.