Pablo, el apóstol, nos aconseja que estemos siempre alerta, constantes en la fe, y que seamos fuertes y valientes. Muchos creyentes anhela tener estas cualidades. Como cristianos (y seres humanos) esperamos alcanzar aquellas cualidades de manera constante en nuestra vida, y especialmente en las situaciones duras que nos toca enfrentar. Lograrlo resulta todo un reto muchas veces, pero Pablo nos da la solución ante tal interrogante: EL AMOR.
Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes.
Hagan todo con amor.1 Corintios 16:13
¿Cómo me ayudará el amor?
Como dice 1 Corintios 13, sin amor nada sirve, seríamos como metales que resuenan. Podemos intentar ser muy fuertes en medio del dolor, si no tenemos amor de nada nos sirve la fortaleza; podemos ser valientes guerreros, si no tenemos amor ¿de qué sirve ganar la batalla en nuestras fuerzas?; podemos tener confianza en Dios, si no tenemos amor, ¿en quién confiamos?; y podemos ser los más perspicaces, y sin amor ¿qué daremos?.
Creemos que las pruebas y las situaciones diarias que vivimos nos hacen más fuertes y conscientes de nuestro entorno, y que esto es sinónimo de crecimiento. Por experiencia propia, y tras un largo tiempo de trabajo en el taller de Dios, he aprendido que las personas más fuertes no son las más duras, y que fortaleza no significa crecimiento. Solía pensar que entre más dura, más fuerte sería, cuando en realidad la fuerza viene de Dios en los momentos de mayor vulnerabilidad, cuando dejamos de ser y le permitimos a Dios ser en nosotros.
Creo que Pablo se refería no solo a que el acto de amar debe demostrarse en nuestras acciones, actitudes y decisiones, sino que EL AMOR debe ser en nosotros en todo momento. Entendiendo que EL AMOR es Dios.
Pude ver en una persona a quien ame, y amo mucho, el verdadero significado de este versículo. En medio de una enfermedad de varios años, en la cual fue muy fuerte y valiente, Dios se mostró en su vida; sin embargo, fue en los momentos de mayor vulnerabilidad que Dios, EL AMOR, se mostró magnificó, se glorificó en cada aspecto de su vida. Podría asegurar que permitió completamente que su vida fuera basada en Él.
Aprendí al verme identificada con una pequeña parte de su dolor que la vida sin amor no es nada. Todo lo que en nuestras fuerzas pretendemos ser no son nada sin Dios, nuestros logros no son nada sin amor, nuestra “firmeza” en la fe no es nada si no se ancla verdaderamente en él aunque el resultado no sea lo que deseamos, y podemos intentar ser muy valientes y no lograr nada si no es con Él. La vida adquiere un verdadero significado cuando se basa en amor, cuando se basa en Dios. (Mateo 22:37-40)