Adán se escondió de Dios cuando descubrió que estaba llucho.
Debo explicar lo que es llucho. Es una expresión de la sierra ecuatoriana que significa desnudo. Tiene variantes como lluchitico, que es estar llucho llucho.
Adán un día desobedece y como consecuencia de aquello descubre que está desnudo, está expuesto y le da vergüenza que Dios lo vea así, por eso se esconde. Tiene temor de que Dios se de cuenta de su desobediencia y trata de esconderse (como si pudiera). Hoy me sentí así y como Adán también quise esconderme de Dios.
Muchos piensan en la lógica cristiana que los pasos son: Equivocarte, darte cuenta, arrepentirte, orar, ser perdonado, continuar con la vida, pero no siempre es así. Muchas veces es Equivocarte, sentir remordimiento, esconderte, huir, esconderte más, seguir huyendo, negarte a hablar con Dios por vergüenza. A mi me pasa muchas veces y le pasó a Adán.
Es muy fácil decir a la gente «refúgiate en Dios» pero ¿qué pasa cuando tu vergüenza es tal que ni siquiera te sientes bien de mostrarte tal cual eres delante de Él?. Hay tanto remordimiento, dolor, temor en ti que no quieres que te vean así, mucho menos Dios, no merece ver a un desnudo Jimmy, así tal cual soy.
Pero aunque Adán estaba llucho, Dios lo encontró y le preguntó porqué se siente así. Adán le contó lo que pasó, el error que había cometido junto a Eva, su esposa. Dios se molesta obviamente porque ellos no obedecieron, pero después de aquello, este mismo Dios es quien les cobija de nuevo preparándoles ropa para que no se sintieran más desnudos. No fue Adán ni Eva quienes cubrieron su desnudez, fue el mismo Dios que sabe que se equivocaron el que les da una nueva oportunidad para que no anden lluchiticos por ahí exponiendo lo que les avergonzaba, el error que habían cometido.
En mi caso lo que me avergüenza son errores que he cometido, que al quedar a la luz pública me hacen sentir como el peor de los peores, y me escondo de Dios, no quiero que me vea así. Lo bueno de Dios es que él no es como yo, y aún llucho y todo me busca, pregunta donde estoy para escucharme, llamarme la atención, pero sobretodo para darme cobijo de nuevo en su manta más grande: la gracia.