Tenía 16 o 17 años, la novia de mi mejor amigo se había fijado en mí, y a pesar del cariño y aprecio, de que era mi «pana» del alma, permití que un beso sucediera con ella.
No me gusta contar eso, pero así fue. Él, mi mejor amigo desde que inicié la secundaria, estaba de viaje y a su retorno debía hablar con él, tenía que saber lo que pasó. La vergüenza era tan grande que después de comentarle lo sucedido únicamente le dije «perdóname loco, perdóname». Él dijo que me perdonaba, que agradecía mi sinceridad. Yo no sabía como iba a mirarle a los ojos, lo había traicionado.
No se qué es peor, el remordimiento y la culpa de haberse equivocado o mirar a quien traicionaste y que te mire sin rencor. A mí me pasó, no fui mirado con odio ni resentimiento, me encontré con el perdón y eso fue peor castigo que un golpe de puño. Duele no ser acusado.
A Pedro le pasó lo mismo, fue uno de los mejores amigos de Jesús, uno de los más cercanos y uno de los que más quería al Maestro. Tal era su amor que juró no separarse de Jesús e incluso dijo «¿Por qué no puedo acompañarte ahora, Señor? ¡Estoy dispuesto a morir por ti!«. Ese mismo tipo que estaba dispuesto a morir por él, negó conocerle 3 veces seguidas, le dio la espalda en el momento más difícil a Jesús. Pedro pasó de amigo a traidor en cuestión de minutos. Aparte de traidor era un canalla, somos quizá.
Jesús había muerto aquel día. Dos días después había resucitado y se apareció a los discípulos un par de veces. Era obvio que Pedro ya no tenía futuro en el plan que tantas veces su amigo y maestro le había compartido, así que después de aquel par de apariciones, renunció a seguir adelante y volvió a hacer lo mismo que hacía antes de conocer a Jesús: pescar.
Varios de los discípulos fueron con él, y por si acaso, no pescaron nada en toda la noche (¿coincidencia? ¡imposible!). Ni siquiera en eso le iba bien. Y de repente, llega Jesús al lago.
Allí, en su intento de volver al pasado Jesús lo encuentra y lo coloca entre la espada y la pared con una pregunta
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
—Sí, Señor —contestó Pedro—, tú sabes que te quiero.
¿»Simón»? ¿Acaso ese no era el nombre que tenía Pedro antes de conocer a Jesús? ¿Está Jesús recordándole su nombre de fracasado e inconstante? Y luego viene otra pregunta:
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
—Sí, Señor —dijo Pedro—, tú sabes que te quiero.
Hubiese sido preferible un golpe de frente a escuchar dos veces la misma pregunta ¿Me quieres?. No habían reproches, no habían gritos, no hubo un si me querías entonces ¡porqué rayos me abandonaste! ¡porqué me negaste! si dices quererme ¡porqué no te quedaste conmigo cuando más te necesitaba! No, no hubieron reproches, solo una pregunta sincera que dolía como el frío cala en los huesos. Y una vez más arremete Jesús, porque aún faltaba algo por decir:
Le preguntó por tercera vez:
—Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
A Pedro le dolió que Jesús le dijera la tercera vez: «¿Me quieres?». Le contestó:
—Señor, tú sabes todo. Tú sabes que yo te quiero.
Jesús lo sabía, pero Pedro lo había olvidado. Pedro amaba a Jesús y un error no había cambiado eso, sólo necesitaba recordarlo. El amor de Jesús por su amigo tampoco se acabó. Si traicionaste a Jesús, él te pregunta ¿Aunque te equivocaste, me amas? Si tu respuesta es «Señor, tú sabes todo. Tú sabes que aunque me equivoco demasiadas veces, te amo» debes estar listo, porque el perdón está a una mirada de distancia, él tiene un plan contigo. Una equivocación no puede cambiar tu amor por el Maestro.
De la traición a la confrontación, de canalla a redimido. Pedro aún tiene futuro en el plan de Jesús.
Y quien dice que no te sigo teniendo rencor ah???? ahora lo haces publico… mal mal muy mal!!!! jajajajajajaja tranki mijo lo pasado pisado… best friends forever jujujuju Jimmixitop Dinhndo Predzxioxo eXmozho jajajajajajajaja
Frase inmortal la del Mosco fue aquella, creo que todos nos acordamos hasta ahora cómo le dijo. Tengo que hacer un post con esa frase máxima de vida del mosco.
Hablate Pedro, de o que me haces acuerdo leyendo esto jaja. Solo me acuerdo la frase del mosco al michael en aquella lucha por la que sabemos