En una época de personalización por todos lados es valioso recordar que Dios trabaja de manera diferente con cada uno.
Si abres la Biblia y comparas las historias encontrarás que ninguna fue igual. Ni los milagros, ni los consejos, ni las parábolas, ninguna historia se repite, no hay un método único con el cual Dios trabaja.
Cuando Jesús curó a los ciegos lo hizo de maneras diferentes; a uno le puso las manos sobre sus ojos y a otro le puso lodo hecho con su saliva. ¿Por qué no los curó de la misma manera? Probablemente porque pensamos que es el método el que cura, que fue el lodo santo el que tiene las propiedades curativas.
Muchos habrían querido vender el lodo milagroso de Jesús.
He escuchado conversaciones de famosos con sus fans y siempre les preguntan cómo alcanzaron la fama. Queremos fórmulas, estrategias, pasos para alcanzar una meta, pero Dios no trabaja así, el va más allá del método.
Dios está trabajando en ti como él considera que debe hacerlo. Compararte con otros es un error gravísimo porque ni siquiera tu creador te compara. Si a alguien le sanó y a ti no te ha sanado probablemente quiere trabajar en tu carácter más que en tu cuerpo.
Dios no hace las cosas de la misma manera.