He querido decir mucho en estos días y a la vez, cuando he estado frente a la pantalla anterior a esta, antes de publicar la reflexión, no he encontrado las palabras para explicar mi sorpresa, mi frustración, mi tristeza, mi asombro.
A la vez que llevo días sin publicar las reflexiones de bolsillo, han sido días de revisar posible bibliografía para mis trabajos universitarios, pero siendo más honesto, son días de querer decir mucho y a la vez no tener mucho que decir.
He aprovechado para ver varios partidos del mundial y mientras lo hacía me di cuenta que soy parte de este mundo sobre estimulado. Antes, veías un gol y venía el grito, la emoción, esperar a la repetición y continuar mirando el partido para mirar la repetición del gol nuevamente. Ahora, según lo que hice yo, gritaba el gol y abría Twitter para ver quien fue, esperar por un video subido desde la grada por algún fan y luego abrir Whatsapp para responder un par de mensajes.
Estamos tan saturados de imágenes que si pudiésemos quitarlas, detrás de ellas encontraríamos un vacío.
Dentro de este susto que he vivido al darme cuenta que nuestra vida se ha convertido en un show que otros siguen, pienso en la iglesia, tanto en la institución como en la comunidad. Pienso en la capacidad de adaptarnos y conectarnos, dejando de lado el imponernos y adoctrinar.
A la par de los cuestionamientos, veo vidas perfectas retratadas con filtros en las redes, mentiras que se notan a leguas, gritos desesperados de ayuda detrás de estados de Facebook y recibir notificaciones. Lo que publicamos hoy será mostrado en un año como un recuerdo por alguna red social, y así dejaremos de anotar, de recordar por cuenta propia y dependemos de un dispositivo y una plataforma que nos digan qué hicimos, qué dijimos, a dónde fuimos.
Antes nos preocupaba que dirán de nosotros cuando nos vean en la calle, ahora nos preocupa que dirán de la foto que subimos, del estado que publicamos. Nuestra vida se ha convertido en un reality show.
Estos días estaré reflexionando sobre un par de capítulos de Hechos que me compartió un gran amigo, procuraré publicar las reflexiones sobre el aprendizaje en esa lectura. Hechos es uno de mis libros favoritos.
De verdad cada día sin escribir es una tristeza para mi. Mi deseo desde comienzo de año fue publicar una reflexión diaria que no he cumplido como esperaba. No tengo cientos de reflexiones programadas, procuro escribir cada día lo que se publica, porque no soy un gurú sino un compañero de camino. Perdón a quienes siguen diariamente y se han incomodado al no encontrar la reflexión varios días.
Ya mismo se acaba el mundial, una distracción menos, ojalá gane Croacia.