Siempre que decían en la iglesia «a ver niños, alguien por favor repita un versículo de memoria» mi hermano y yo siempre decíamos «Jesúsllorójuanoncetreintaycinco» así como si fuera una sola palabra. Era el más fácil de aprender. Jimmy vago.
Estas últimas semanas han sido un tanto difíciles para mi. Lo reconozco, aunque siempre tengo una sonrisa no siempre estoy alegre, simplemente he aprendido a comportarme correctamente en público (algunos dirán que no es cierto, ustedes cállense y no me avergüencen aquí en el blog). En esta ocasión estoy aprendiendo a perder, personas muy importantes de mi vida empiezan a alejarse y eso obviamente me llevó a preguntarme ¿Qué está pasando?
Entre la incertidumbre y la ira, las lágrimas han dicho lo que las palabras no logran expresar y hoy recordé aquel versículo que tantas veces repetí de niño: Jesús lloró. Y mi primera pregunta fue ¿Jesús llorando, por qué?
Si leen la historia, Jesús llegó a la casa de su amigo Lázaro, pero unos días antes Lázaro había muerto. Una de sus hermanas le reclamó a Jesús diciéndole Señor, si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano. Algunos sostienen que Jesús lloró por el reclamo de Marta, y otros dicen que lloró porque su amigo había muerto. Juan, el escritor le da importancia a este hecho porque realmente tiene valor. ¿Se imaginan a un Jesús frío e inexpresivo ante el fallecimiento de su amigo? El escritor nos recuerda que seamos quienes seamos y hagamos lo que hagamos, no se compara a la importancia de demostrar lo que sentimos por alguien que amamos.
Hoy quiero recordarte que está bien no estar tan bien. Entristecernos por lo que sucede a nuestro alrededor es necesario, no somos los súper humanos a los que nada les afecta. Como dice mi mamá no somos de palo y es cierto. Si tienes algo por lo cual entristecerte, hazlo.
Si tienes algo por lo cual llorar hazlo, Jesús lo hizo.