Héroes de yeso

 

Las personas se encargan de elevar a sus personajes, ponerlos en pedestales, colocarlos en lo más alto para ser admirados. «Yo quisiera ser como tal», «quisiera orar como tal», «quisiera predicar como tal», pero si algo recuerdo de las estatuas de yeso es que se quiebran con los golpes y se rompen al caer.

Como muchos de ustedes saben, crecí en la iglesia.

Disfruté muchísimo mi infancia en la iglesia, entre instrumentos musicales, reuniones y amigos. Mis héroes eran los músicos, uno que otro predicador carismático, algún escritor, Paco Palafox, que lo he mencionado en conferencias y eventos, tenía gente a quien admirar.

Con los años me di cuenta que los héroes que tenía no eran tan heroicos como parecía. Había una conversación ocasional en el círculo cristiano y era la del ministro que había caído en pecado. «Caer en pecado» frecuentemente significaba que traicionó a su esposa o que embarazó a su novia. A muchos eso les decepcionaba, les desilusionaba muchísimo y gracias a Dios en ese tiempo no habían redes sociales, porque así no podían atacar al que había cometido un error.

No se por qué no me desilusionaba tanto, quizá pensaba que eran humanos también y las cosas pasan. Con el tiempo me di cuenta que somos héroes de yeso.

Mis héroes son de yeso, y si quieres ser más bíblico, puedes reemplazar yeso por barro, los dos son materiales muy lindos de ver pero que se deshacen con los golpes.

Ese cantante que admiras, ese pastor que te impresiona, ese líder que parece bajado del cielo, todos son héroes de yeso. Yo no gozo de la fama de otros, pero aún así tengo que lidiar con los comentarios de otros cuando me equivoco, cuando se comprueba que soy un ser humano. Todos somos héroes de yeso.

¿La ventaja de ser un héroe de yeso o de barro? Que aunque otros nos lancen del pedestal, nos quiebren y nos rompan, tenemos un Dios que sabe trabajar desde cero, que sabe trabajar con las cenizas, con el polvo que fuimos y que somos. No somos más que eso, polvo compactado. Polvo fuimos y al polvo volveremos. Baja a las personas de los pedestales en los que les has puesto, no necesitamos más héroes de yeso.

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