Perdonar y avanzar van de la mano. Si perdonas y no avanzas, no has perdonado completamente, y si intentas avanzar sin perdonar, entorpecerás tu viaje.
Perdonar es más sencillo para unos, y más complicado para otros. Yo soy de los otros. Me cuesta dejar de argumentar hasta probar mi punto, y durante muchos años estuve estancado en el fango de la autocompasión, la lástima y el rencor. En una ocasión decidí perdonar, pero no avanzaba, no caminaba, algo me detenía.
Con el tiempo y los golpes entendí que el verdadero perdón implica renunciar a ese estado de lástima, de víctima, y empezar a dar pasos de nuevo. Pensaba que traicionarían mi confianza de nuevo, tenía miedo, pero como he dicho antes y como lo dijo la Biblia hace cientos de años: el amor echa fuera el temor. Si había perdonado, también debía avanzar.
A veces, después de ser ofendidos, perdonamos pero quedamos estancados en la desconfianza.
Yo sé, no es fácil seguir caminando después de que sucede algo que nos duele y lastima, también estoy al tanto de que cada proceso toma su tiempo. Quizá hoy decidas perdonar, y dar un siguiente paso te tome algún tiempo, y la intención ya es bastante.
Si perdonaste hace algún tiempo pero sigues atado por tus pensamientos, considera qué pasos puedes dar, de hecho, no en plural, sino en singular: qué paso puedes dar hoy.
Un corazón sano, después de perdonar, avanza. Continúa con su vida, soñando, caminando, aprendiendo a disfrutar nuevamente la vida. Lucha con los pensamientos, pero sabe que son eso, pensamientos, que el perdón ya fue otorgado al otro y que como parte de vivir, hay que seguir.
¿Cuál es el primer paso que debes dar para avanzar?
Cuando se perdona una falta, el amor florece
Proverbios 17:9