En mi país y en la mayoría de países latinoamericanos el deporte oficial es el fútbol. Es el único fenómeno social que une a la gente tras un solo objetivo: Que el mugre balón ingrese en la portería adversaria para sentirnos más nacionalistas que la misma bandera y el himno nacional.
El problema que sucede en Latinoamérica es que nuestros países son bastante desiguales. Al indígena y al negro lo subestimamos. Pero en la selección de mi país, Ecuador, el 95.86% de los jugadores son afrodescendientes. Entonces todo cambia a «Negro lindo/negro de mi tierra/negro ecuatoriano». Los elogios son directamente proporcionales a la cantidad de goles marcados. Los insultos a los mismos son doblemente directamente proporcionales a las jaladas y equivocaciones del delantero de turno.
Yo tengo un inconveniente y es que, cuando veo a los 11 jugadores en la cancha, no me siento representado por ellos. No creo que ellos resumen a un país, de hecho muchos de ellos fuera de cancha tienen líos de paternidades no reconocidas, retraso en pago de impuestos, historias de matrimonios destruidos, etcétera. Realmente no me representan.
Sin duda Jesús pensó lo mismo con sus 12. Ay esos 12 que no me representan: uno de ellos era estafador, les robaba a sus compatriotas en los impuestos. había un impulsivo que al primer pleito sacaba el cuchillo/puñal para hacer justicia. Otro era avaro, sólo pensaba en dinero. Hasta un incrédulo tenían, en nada creía, todo era ver para creer. Con amigos así, para qué enemigos.
Aún con el panorama que describo, Jesús escogió a esos 12 para que sean quienes lo representen. Pero cualquier persona con sentido común pensaría «¿A ellos? ¿No que era el hijo de Dios? ¿Acaso no sabe que son de lo peor que se puede encontrar?»
Lo único que entendí cuando vi a esos 12 que no lo representaban, era que si hubiese espacio para un número 13, yo he hecho todos los méritos para estar ahí. Los escogió no por lo que eran, sino por lo que él podría hacer en ellos y a través de ellos. En pocas, esos 12 a Jesús no lo representaban, pero a mí su vida se me hace muy familiar. Gracias a ellos sé que también tengo un espacio en la agenda de Jesús.
Si no eres de los 12 tranquilo, en el segundo tiempo entras al cambio, dicen que uno de los nuestros es medio traicionero (quizá no se quede hasta el final del partido).
Vamos al segundo tiempo.