Hay decisiones que salvan vidas. No es necesario ser doctor, cirujano, policía, desde donde estás puedes salvar el presente o futuro de alguien.
No hablo mucho de esto, pero mi papá tuvo problemas con el alcohol durante muchos años. Yo era pequeño, pero mi mamá y él me han contado que tenían discusiones, y que él tomaba constantemente. Mi abuela en una ocasión dijo de él: «es un buen trabajador, es generoso, provee en la casa, pero nunca va a dejar de ser un borracho».
El 1 de enero de 1992, estábamos junto a mi papá en la habitación de la casa, tenía 4 años, él 32. Recuerdo que él lloraba y lloraba, y hablaba, resulta que estaba hablando con Dios. El riesgo que alguien asumió al hablarle de Jesús había llegado a su corazón. Ese día mi papá tomó una decisión, gracias a que alguien vio en él más de lo que veían todos.
Nos cuesta hablar con otros del mensaje que puede salvar su vida. Preferimos conversaciones flojas, que no cuestionen mucho. Bajo el pretexto de que todos podemos hacer lo que queramos con nuestras vidas, no advertimos a otros sobre el triste final de su historia. No nos arriesgamos.
Mi papá empezó a caminar con Dios, y junto a él, fuimos juntos durante varios meses a la iglesia. Luego se sumó mi mamá, no por convicción, sino por curiosidad, porque no creía que fuera un cambio genuino, y en el proceso, ella también tuvo un encuentro con Dios.
Han pasado 26 años desde ese día, ahora mi papá les cuenta a otros sobre la nueva vida que tenemos en Jesús. Viaja por diferentes provincias y cada vez más personas escuchan el evangelio. A través de mi papá llegó el mensaje a casa, y soy fruto directo de ello.
Quien le habló a mi papá sobre Dios y la nueva vida que podía tener, quizá nunca imaginó todo lo que iba a pasar, entre ello que yo también sería impactado por esa decisión. Comparto con miles de jovenes cada año, y nunca olvido que todo esto sucede gracias a que alguien miró más allá, no tuvo miedo a qué le dirían o si su mensaje sería rechazado.
Alguien se arriesgó a salvar su vida, sin saber que salvaría miles de vidas en el camino.
Arriésgate a salvar una vida. ¿Hay alguien por quien correrías el riesgo?