Es muy común pensar en un Dios distante, que no conversa con el simple mortal, o que cuando lo hace es para expresarle su ira y cuando se irá al infierno, pero la verdad es que la Biblia está llena de momentos en los que Dios habla con la gente.
Hace unos días estuvo Alex Sampedro en Quito, la ciudad donde vivo. Hablaba sobre Dios y su acercamiento a la humanidad empezando con Adán y Eva, y una de las cosas que me llamó la atención es que hizo énfasis en la reacción de Dios fue de abrir el diálogo, de hablar al hombre.
Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
Génesis 3:9
Creo que no nos damos cuenta la importancia de esto. ¿Desde cuándo los dioses hablan con los humanos, se acercan a ellos, preguntan? En la historia de la humanidad tenemos toda clase de mitos y creencias en las cuales los dioses castigan, atacan, condenan, pero en el Dios de la biblia encontramos uno que habla, que conversa, que pregunta.
Dios sabía donde estaba Adán con Eva, pero los llamó, preguntó, habló. Y aún ahora lo hace.
Encuentro en Dios un creador que no se impone, aunque puede hacerlo, y a pesar de poder destruir y reconstruir todo con una orden, habla con nosotros. Un Dios que habla con el simple mortal, no únicamente con el sacerdote o con el rey. Habla con Abraham, que no era hebreo, sino caldeo (de una tierra politeísta), habla con Jacob, un engañador; también lo hace con David, un rey caído por sus errores, o con la mujer samaritana, con un pasado cuestionable pero con un futuro intacto. Habla con todos, sin hacer audiciones para determinar tu nivel de santidad.
Dios sigue hablando, sigue preguntando, sigue conversando. El desafío está en callarnos y callar las voces que nos rodean, y disponer nuestros oídos y corazón a escuchar.
Identifica una situación en la que Dios te está hablando y te cuesta escuchar.