Tenía 16 años, dos dientes prominentes y cabello corto, me parecía mucho a un señor castor y fue el apodo que mis amigos eligieron para mí. Era interesante porque no me incomodaba mucho. El señor castor salía en una publicidad de una pasta dental y se caracterizaba por su limpieza bucal con una crema dental hecha a base de hierbas, incluso compré el producto, plop.
Apodos, peleas, palabras, son cosas que a veces recordamos, no sólo desde el lugar de las víctimas, sino desde el banquillo de los acusados. ¿Recuerdas el día que ofendiste a alguien, que lo avergonzaste, que no le diste la importancia que merecía? Hemos hecho tantas cosas buenas en la vida, pero no sé a ciencia cierta si son más que las cosas malas que hemos ocasionado. A veces ese recuerdo camina con nosotros y no nos deja en paz.
El otro día mi amiga Mile me preguntó «¿porqué nos cuesta tanto perdonarnos?». Cuando nos equivocamos, en el caso de los cristianos, lo primero que hacemos es pedirle a Dios que nos perdone, y lo que buscamos es sentir paz, pero sentir no tiene mucho sentido en este caso porque la sensación puede desaparecer. No se si les ha pasado que un día se sienten mal por algo, al día siguiente ya lo olvidaron y unos días después lo recuerdan y el remordimiento les visita. A mí me pasa, si a tí no te ha pasado debes tener asegurado un lugar en el cielo hace muchos años.
Con respecto a la pregunta de la Mile pensé: Qué buena pregunta. Revisemos un par de casos que están en la Biblia:
- Moisés, en su intento de ayudar a un compatriota hebreo, fue culpable de la muerte de un egipcio. Condena: Asesino.
- Pablo creía tener la verdad y mandó a asesinar a todos los que no eran de su religión. Condena: Autor intelectual de muchos asesinatos.
- David tenía una debilidad por las mujeres, y en una ocasión decidió acostarse con la mujer de uno de sus soldados. La chica quedó embarazada. David no podía ocultar su adulterio ni el embarazo, así que planeó una muerte casual para el esposo de esta mujer. Condena: Autor intelectual de asesinato e infidelidad.
Los tres personajes mencionados escribieron su pasado con sangre. ¿Ustedes creen que al recordar cada muerte ellos podían respirar como si nada hubiese pasado? Ellos pidieron perdón y fueron perdonados, aunque las historias siguen allí, ellos ya no eran señaladas por ellas. Tú no puedes vivir señalado por tus errores. Todos sabemos que Dios nos perdona si realmente nos arrepentimos, pero hoy quiero animarte a que te perdones a ti mismo, si es que luchas con eso.
Cuando lleguen los recuerdos, en lugar de pensar y pensar sobre lo malo que fuiste, di en tu mente «Yo soy perdonado, mi pasado no determina la persona que soy hoy. Yo soy diferente, Dios me hizo una persona nueva.» y punto. No te dediques a pelear con tu pasado, nunca vas a ganar. Lo que Dios hace en tí va más allá de las equivocaciones que pudiste cometer, no te dejes vencer por tus pensamientos. Y si un día te despiertas con una tristeza porque piensas nuevamente que no debiste, recuerda, ya eres perdonado, aunque tus emociones te digan lo contrario. Nada ni nadie puede condenarte, nada de lo que has hecho o dicho. Jesús no te condena, recibe el perdón y no te señales a tí mismo. El perdón, más que sentirlo, lo vivimos diariamente.
Entonces Jesús se puso de pie y le dijo:
—Mujer, los que te trajeron se han ido. ¡Nadie te ha condenado!
Ella le respondió:
—Así es, Señor. Nadie me ha condenado.
Jesús le dijo:
—Tampoco yo te condeno. Puedes irte, pero no vuelvas a pecar.
Todos estamos llenos de la gracia que Dios nos da, a cambio de nada. Está en nuestras manos dejar que él camine junto a nosotros/as y dejar de lado todo lo malo para vivir la gracia de Dios en nuestras vidas.
Tu eslogan tiene mucha razón «Complicando vidas desde 1988», pero en serio amigo gracias por que el complicar tiene otro significado cuando desarrollas el tema.
El perdón de Dios va más allá de doblar rodillas, te abre camino para que corras hacia quién ofendiste.
Gracias Amigo.