El piano de madera

Tenía 5 años cuando mis papás me compraron mi primer sintetizador.

Imáginate un niño con un sintetizador, con muchas teclas (me parecían bastantes) que al presionar sonaban. Tenía botones para simular sonidos, incluso tenía uno llamado «Demo» que reproducía una famosa melodía de Richard Clayderman; a veces presionaba ese botón y simulaba tocar como un maestro de la música.

Recuerdo el botón verde que decía Piano o Grand Piano, era mi favorito y con ese sonido toqué muchos años, imaginando que era un gran piano de cola. Nunca había escuchado un piano de cola en vivo entonces me imaginaba que el sonido de mi pianito era el mejor sonido.

Pasaron los años y conocí sintetizadores con grandes pantallas, con controladores midi y cientos de sonidos mucho más reales que el mío. Pensaba que aquellos sonidos eran mejores y con el tiempo tuve un mejor sintetizador.

Alguna vez me dijeron: «Tienes que tocar un piano de cola, el sonido es único y no se compara al de los sintetizadores». Yo pensé: «Que ridículos, los sintetizadores suenan muy bien y no encuentro ninguna diferencia entre el electrónico y el real». Hasta que a mis 22 años llegué a una iglesia que tenía un piano de cola.

El sonido ya no era de chips ni circuitos, eran decenas de cuerdas golpeadas por martillos con una esponja, produciendo un sonido único. El sonido quedaba en el aire después de tocarlo y podías sentir esa vibración de la madera, las notas en el aire suspendiéndose y combinándose con otras. Y me di cuenta que mi cristianismo debía ser así.

Nos hemos conformado con lo que nos dicen de Dios, con historias de Jesús y muchos testimonios de gente que vive su fe de manera real, casi sobrenatural. Nosotros nos entusiasmamos con lo que nos cuentan, con discos de otros, con libros que escribieron otros e incluso con videos en internet que nos hablan de Jesús, vivimos un cristianismo que se parece a mi sintetizador. Pero Jesús quiere un sonido único.

Tu fe en Dios debe ser real, tu cristianismo debe ser real. El sonido de tu corazón, de tus actos, de tu vida debe ser producido porque Jesús está en ti, porque lo conoces, no por lo que te han contado o por lo que te han dicho que debes hacer. Así como el piano de verdad, Jesús quiere una relación contigo de verdad.

No vivas un cristianismo de sintetizador, conoce al autor de la fe.

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