Algunos fariseos y maestros de la Ley comenzaron a hablar contra los discípulos de Jesús, y les dijeron:
—¿Por qué comen ustedes con los cobradores de impuestos y con toda esta gente mala?
Jesús les respondió:
—Los que necesitan del médico son los enfermos, no los que están sanos. Yo vine a invitar a los pecadores para que regresen a Dios, no a los que se creen buenos.
Lucas 5:30, 31 y 32
La última vez que estuve en el médico fue hace dos semanas, tuve una herida en mi mano derecha (de la cual hablé en el post anterior). La doctora tuvo que limpiar mucho para evitar una infección, no tienen idea cómo me ardió y dolió. Luego me vendó y me pidió que regresara en unos días. Llegué con una mano muy golpeada y lastimada, y salí con la misma mano golpeada y lastimada, pero ahora llevaba una protección para evitar que se complicara mi herida.
Si fui al médico fue porque lo necesitaba. No voy al médico porque estoy sano, voy porque algo no está bien en mí. Y así mismo debería ser con ir a Jesús, y específicamente con asistir a una iglesia.
Es curioso escuchar en las iglesias los chismes que dicen que tal o cual persona cayó en pecado; que volvió a su hábito anterior; que está tropezando con la misma piedra nuevamente. Hasta lo que entiendo, si nos acercamos a Jesús es porque algo no va bien en nosotros. Si fuese perfecto no necesitaría a Jesús en mi. Sería como estar en un hospital y escuchar
«Ni te imaginas, al área de emergencias llegó una persona lastimada ¡y necesitaba ayuda! ¡Qué descaro! ¡Cómo se le ocurre venir así al hospital!»
Ese es el diálogo que escucho entre los cristianos.
Por ahí habrán algunos que piensen que estoy defendiendo el pecado o dando pretextos para no cambiar de vida, pero no se trata de eso. Empecemos a concebir a la iglesia y al cristianismo como una comunidad en la que la gente llega imperfecta, y se mantendrá imperfecta. Lo único que sí puede suceder es que, siguiendo la enseñanza de Jesús, sus vidas sean diferentes.
Estamos tan preocupados de los historiales clínicos de otros, de las enfermedades de otros, que hemos olvidado que el requisito número uno para ser atendidos por el doctor es tener algo que anda mal en nosotros primero.
Deberíamos poder ser un hospital en el que los enfermos hablen de sus enfermedades sin tener que murmurar en voz baja. Podríamos ser un espacio de confianza. Con el tiempo y el tratamiento adecuado, el Doctor sabrá hacer lo mejor en cada uno de nuestros historiales clínicos.
Nosotros exigimos perfección, Dios te pide disposición, el resto es trabajo de él.
Dios empezó el buen trabajo en ustedes, y estoy seguro de que lo irá perfeccionando hasta el día en que Jesucristo vuelva.
-Pablo en Filipenses 1:6 TLA.
Todos tropezamos, cada quién verá con qué piedra lo hace, pero todos lo hacemos. En la iglesia global se ha instaurado un tema de «inmunidad» para los líderes, pero esta «inmunidad» debería ser para todos. Reconocernos tan pecadores como otros es el primer paso, el resto creo que más que cristianismo es madurez para aceptar nuestra naturaleza, y como dice Palafox, no nos enojemos porque otros pecan distinto que nosotros.
cuando un líder o encargado de algún ministerio pequeño esta «tropezando con la misma piedra». que pasa? nadie es perfecto nadie tiene potestad de juzgar, pero cual es la diferencia de un líder? ,, desplayate.