¿Dios está presente?

“Dios se despoja de su poder y deja el futuro del mundo en manos de los seres humanos, seres autónomos, libres y responsables de lo que en este mundo sucede”.

Esta afirmación puede causar cierto temor y preocupación, y no está de más, ya hemos visto y oído lo que el ser humano es capaz de hacer, muchos hasta han perdido la esperanza de que logremos hacer de este mundo un lugar mejor. 

Pensar en Dios de esta manera (un Dios no intervencionista) suele causar muchas dudas y también mucho rechazo por parte de los creyentes, hasta el punto de acusar a otros de ateos solo por no creer en Dios de la forma en la que ellos creen y lo entendemos, pero el hecho de no aceptar la concepción o idea que otros tienen sobre Dios puede que me haga ateo a su idea, pero no ateo en el sentido amplio de la palabra. Debemos reconocer que hay muchas otras formas de entender la realidad y posibilidad de Dios en esta vida. 

En ocasiones he recibido esa acusación por parte de los creyentes e incluso amigos cercanos que me han preguntado abiertamente si soy ateo, la verdad es que no lo soy. Por encima de la crítica a las ideas religiosas que tenemos sobre Dios y las grandes evidencias que me obligan a replantear muchos conceptos que tenía sobre la realidad divina, sigo siendo un creyente, aunque no estoy seguro de la existencia de Dios – ¿quién puede estarlo realmente? -, he decidido seguir creyendo y por eso me esfuerzo en buscar nuevas ideas que me permitan acercarme al misterio divino, el camino no es el más fácil, pero acepto que sigue siendo cuestión de fe. 

Nadie puede estar completamente convencido de que Dios existe, y tampoco hay quien pueda estarlo de que Dios no existe. Un sí o un no radical en cuanto a la existencia de Dios es solamente una afirmación de fe porque no tenemos las evidencias precisas para asegurar lo uno o lo otro. Es más digno cuando el creyente y el no creyente reconocen la limitación de sus evidencias, por lo tanto, como creyente me gusta reconocer que no estoy seguro y que no puedo convencer a otros de la existencia de Dios, pero, aunque no estoy seguro de ello, prefiero vivir creyendo que Dios si existe y lograr así que mi vida sea reflejo de esa creencia. 

Pero creer en Dios no quiere decir precisamente creer en lo que la religión dice que Dios es; aunque a muchos les parezca una locura, se puede creer en Dios aun cuando no se cree completamente en las ideas religiosas que por años nos han transmitido. Ninguna religión tiene la franquicia de Dios, todas son limitadas, así como los seres humanos y los conceptos son limitados. 

Se puede creer en Dios aunque no se crea en su intervención directa en el mundo y hay que reconocer que para muchos esto quizá sea una contradicción.

-La dificultad viene cuando hay que cambiar el «imaginario» de un Dios que «hace todo en este mundo» a un Dios que es nuestro posibilitador, nuestro dinamismo, nuestro sentido y orientación, pero que no toma el mando de las cosas ni sustituye nuestra libertad…- dice José Antonio Marina.  

Tal vez Dios no nos resuelve todo y hasta a veces parece que no hace nada por nosotros, pero nos acompaña siempre y realmente, eso es hacer mucho. Nos da la fuerza, el sentido para seguir, se convierte en nuestra fuente de vida, de motivación y de amor, se hace presente en las circunstancias sin tener que ser él quien las causa. Respetando las leyes de la naturaleza y las decisiones personales sigue presente en la vida y en la historia humana, así es como Dios se hace cercano a nosotros. 

Si buscamos un Dios milagrero que resuelva nuestros problemas exteriores y que haga lo que nosotros deberíamos hacer, lo más probable es que nos decepcionemos, pero si miramos adentro, quizá seamos capaces de encontrar la presencia de Dios en nuestras vidas. 

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