El amor nos ilusiona, nos eleva y nos hace creer que todo es posible.
El amor visto desde cualquier punto de vista: filosofía, literatura, ciencia o en la Biblia, es un evento extraordinario en la vida del ser humano. Va más allá de lo que puedo sentir por una pareja, un amigo, un miembro de la familia o un conocido, porque “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece…»
Y sí, soñamos y queremos creer que ese amor que nos describen la Biblia y los literatos es el amor que todos experimentaremos, que recibiremos y sabremos dar. Pero, ¿somos realmente capaces de ser consistentes al manifestar este sentimiento de la manera casi utópica en la que lo describen?
Me gusta pensar que si somos capaces de amar a pesar del costo, de poner a la otra persona por encima de nuestros intereses, de amar independientemente de las acciones de los demás. Sin embargo, debemos ser honestos con nosotros mismos. Hay ocasiones en las que no nos sentimos capaces de afrontar una circunstancia o que nos invaden muchas otras cosas que apagan el amor o que simplemente la historia entre dos personas ha sido demasiada y ya no se quiere entregar más.
Hay que ser honestos cuando se habla de amor.
Somos seres humanos, imperfectos, incluso los más buenos de nosotros. Eso no significa que no podamos amar con la intensidad antes descrita, mas bien significa que somos reales y en ocasiones fallamos y ese amor falla con nosotros.
Este amor casi utópico del que soñamos habita en nosotros pero solo sobrevive si sabemos cuidar adecuadamente del medio en el que habita. Basta que el medio esté contaminado para que ese amor se infecte.
Así que, el amor depende de quien lo nutre y del medio en el que habita; el amor todo lo puede mientras su anfitrión sepa apagar lo negativo, lo que contamina, entonces el amor que emanará tendrá buenas posibilidades de lograrlo.
No somos perfectos, no somos Dios, pero fuimos creados a su imagen y semejanza, por lo tanto podemos ser capaces de anidar el amor que todo lo puede. Todo depende de qué tan llenos estemos de ese amor primero.
no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” 1 Corintios 13