Una de las características de la iglesia cristiana es que en lugar de tener un cura, obispo o párroco dirigiendo la congregación lo hace un pastor. Puede ser casado, tener hijos y como requisito principal debe ser perfecto, padre ejemplar, esposo ejemplar, y líder ejemplar en una organización que es todo menos ejemplar.
La gente dice que los pastores quieren tu dinero, que se enriquecen a costa de otros pidiéndoles ofrendas y diezmos. Otros no confían en ellos por la manera en que mira a las chicas de la iglesia. Historias hay muchas: infidelidades, robo, sobornos, enriquecimiento a costa de la fe, etc. ¿Sabes por qué pasa eso? Porque los pastores se olvidan que necesitan un pastor, como el resto de la gente.
Conozco varios pastores que piden a la gente tener citas de consejería con ellos para decirles cómo vivir, cómo educar a sus hijos, cómo comportarse, cómo ser mejores personas, pero lo irónico de esto es que muchos de ellos no tienen un consejero, un mentor a quien acudir y pedir ayuda. Se ha creado la idea del pastor ideal, que cuando necesita una opinión habla únicamente con Dios. No tienen la humildad para llamar a otro y decir “Amigo/Pastor, no se que hacer, necesito un consejo”.
La Biblia habla de esto en el libro del Éxodo, capítulo 18.
Moisés era el patrón abofeteador de todos los pastores que han existido. Además de criarse en la casa de Faraón, se auto exilió, fue el artífice de la liberación de los hebreos, hablaba con Dios personalmente, hizo milagros entre los que se incluye abrir una roca para que de agua y abrir un mar para que el pueblo camine.
Pero como todos los pastores, pensó que él podía solo, que no necesitaba tanto a otros como ellos lo necesitaban a él. Se pasaba todo el día dando consejos, solucionando conflictos, resolviendo problemas ajenos. ¿Y el tiempo para su familia?
Su suegro, Jetro, tuvo que intervenir. ¡Había aparecido un pastor para el pastor!. Habló con Moisés y le indicó que si se mantenía en ese ritmo pastoral en poco tiempo el cansancio acabaría con él. Le dio guía y le enseñó cómo se deben hacer las cosas.
Lo sorprendente no es que Jetro aconseje a Moisés, sino que Moi reciba el consejo con humildad y lo cumpla.
A veces nuestros pastores necesitan un pastor, pero no quieren reconocerlo.
A veces nuestros pastores necesitan un pastor, porque se olvidaron que son ovejas.
A veces nuestros pastores necesitan un pastor, porque han descuidado a su familia, su salud, su integridad.
A veces nuestros pastores necesitan un pastor, y se olvidan lo que Salomón dijo: «Dos son mejor que uno, y si uno cae, el otro le levanta»