Lo bueno de tener un blog personal es que puedes ser sincero contigo mismo. Podría no publicar, pero lo bueno de un blog es que la gente lo lee porque espera, en ciertas ocasiones, identificarse con el autor. Quizá sea el caso hoy.
Hay áreas en mi vida a las que no está permitido el acceso a otras personas. Hoy me di cuenta de eso. Como saben, procuro entender el por qué de las cosas y esta no fue la excepción y la respuesta que encontré es realmente esperanzadora a la vez que es preocupante. Lo explicaré de esta manera:
- Imagínate que tenías una vasija llena de cuidado por otros. Una de aquellas colorida, linda, de la que daba gusto compartir a otros y que se llenaba con el cuidado que otros tenían por ti, porque obviamente una vasija así como da, debe llenarse de vuelta.
- Compartiste tanto de esa vasija que quedó vacía. Esperaste que alguien la llenara de vuelta, como tú habías llenado las vasijas de otros pero por más paciente que fue tu espera, no sucedió.
- Con el tiempo esa vasija empezó a opacarse. Quienes esperabas que la llenaran no lo hicieron y eso te llevó a poner un letrero de Área restringida alrededor. No querías que nadie viera como está ahora y mucho peor aún, no querías que nadie se acercara a intentar tomar algo que ya no había.
- De repente aparece alguien que no busca tomar de ahí, sino poner, llenar de nuevo, pero el miedo es tan grande que apenas da un paso hacia allá lo impides. Es un temor paralizante que te advierte que quizá alguien quiere aprovecharse de ti nuevamente.
- Y así, impides que toda persona se acerque. El miedo parece más grande que la necesidad de ser llenado nuevamente.
Así he construido muchas áreas restringidas en mi vida. Las personas que llegan no quieren lastimar, pero son áreas que están tan dañadas que no saben percibir la diferencia entre honestidad y maldad.
Les daré integridad de corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Les quitaré su terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo
Ezequiel 11:19 NTV
Es increíble la promesa de Dios. Aquellas áreas que endurecieron nuestro corazón pueden ser sensibilizadas de nuevo. Dolerá, sin duda porque implica romper, quebrar, quitar y después restaurar, reconstruir, levantar, moldear. Dios es experto en transformar áreas restringidas en espacios que puedan sentir nuevamente.