En los últimos años he aprendido que la fe en Dios nos mueve a caminar aunque no entendamos a donde vamos, y en muchas ocasiones nos lleva a dar pasos al vacío, como si tuvieses que cruzar una quebrada pero no logras ver el primer escalón.
Si pudiéramos ver lo que va a suceder ya no sería fe. En Hebreos 11 dice que la fe es «la convicción de lo que no se ve». Caminar en fe implica dar el paso aunque no veamos donde asentaremos el pie.
Es arriesgado y no aplica en todos los casos. En la Biblia veo a varias personas que dieron el paso con convicción: Abraham, Esther, Daniel y sus amigos, María. Personas que avanzaban y a medida que caminaban veían a Dios poniendo escalones, construyendo el camino.
Nuestra fe no puede estar en el camino que vemos, sino en el Dios que nos guía a dar cada paso.
Nuestros amigos y familia siempre nos motivarán a dar pasos con ciertas seguridades, pero Dios muchas veces nos pide avanzar con la única seguridad de que él está con nosotros y que él dirigirá nuestro caminar.
Es un proceso. Dios va trabajando en nuestra fe. Poco a poco, cada vez pasos más firmes, más arriesgados, más desafiantes hasta que se vuelva un estilo de vida en nosotros.
No temas ni te desalientes, porque el propio Señor irá delante de ti. Él estará contigo; no te fallará ni te abandonará
Deuteronomio 31:8