Mi amiga Gaby estuvo a horas de alcanzar la cumbre del volcán activo más alto del mundo: el Cotopaxi. Más allá de ostentar ese título, esta montaña era su reto personal. Mientras ascendían tuvieron situaciones realmente adversas, vientos a 80 kilómetros por hora para mencionarles una. Habíamos conversado días atrás de esta experiencia y le había pedido que comparta en el blog las enseñanzas de este ascenso. Aunque la cumbre no la haya recibido, este trayecto trajo a su vida varias enseñanzas valiosas, que las compartió para compartirlas con todos ustedes:
- Dios me quiera viva porque tiene varios propósitos que cumplir en mi vida, no solo una cumbre, tienen varios.
- No soy dueña de mi vida, ni del viento, ni de la montaña, ni del clima, ni del frío, Él lo es, y yo estoy en la tierra para aceptar esa realidad y no para desafiarla.
- Dios me decía que las cosas se dan de acuerdo a lo que él decide y quiere para mí, y que si bien es cierto que él conoce cada uno de los anhelos de mi corazón, eso no se antepone a sus decisiones.
- Dios me dijo que hay tiempos para disfrutar las cosas, que hay MEJORES tiempos para lograr algo y tener con quién y cómo disfrutarlo y celebrarlo, y yo, quizás no estoy en los mejores tiempos de mi vida.
- Aprendí que Dios me quiere en la cumbre, física y mentalmente bien, resistente, como si estuviera saliendo nuevamente del refugio, para seguir caminado más arriba porque me ha dado todo para hacerlo.
- Aprendí que uno tiene que aprender a reconocer las advertencias de Dios y no hacer oídos sordos a lo que trata de decirme porque pongo en peligro mi vida y eso también es deshonrar su nombre. Cuando hice mi devocional leí esto: “nunca sabrás del peligro en el que te encuentras hasta después de haber sido salvado”. Esto sucedió cuando en el refugio los guías, que ya han subido varias veces al Cotopaxi, nos hicieron notar del peligro al que nos hubiésemos expuesto más arriba.
- La lección más fuerte y hermosa que aprendí, es la de HUMILDAD. Si esta vez no subí, no lo logre, es porque debo estar más consciente de lo soberano que es Dios, para aprender a postrarme ante él, pedir perdón, reconocer errores y pedir sabiduría para ser un reflejo suyo aquí en la tierra.
- Si esta vez no subí, es porque él quiere multiplicar mis ganas de volver a subir, de volver a intentarlo, quiere aumentar mi deseo de llegar a él, de estar más cerca de él, para que cada paso que dé, lo dé por y para EL SEÑOR.
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Dios quiere trabajar en mí, aceptar una adversidad para moldear mi carácter. Aprendí que las adversidades de la vida tienen un efecto enriquecedor y el aceptar y descubrir esa realidad está una de las verdades más caras de la existencia de un ser humano en la tierra.
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Tengo dos opciones: desgastarme después de atravesar un momento difícil o salir más enriquecida, más purificada.
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