- Yo no elegí ser hijo de pastor.
- Mi papá no eligió (en un principio) ser pastor.
- En la iglesia, si hacía algo malo, todos sufrían de amnesia temporal, se olvidaban mi nombre y me reclamaban que debería portarme bien porque «era el hijo del pastor»
- En el colegio también me prohibieron ser normal porque estaba avergonzando a mi papá, que era pastor.
- Aprendes mucho sobre liderazgo, las iglesias cristianas son uno de los escenarios más difíciles para ejercer liderazgo. Todos son voluntarios y muchas veces quieren hacer lo que les venga en gana. Ser líder para personas así es un gran reto. Mi papá lo hizo.
- La gente espera mucho de ti, no tienes mucho margen de error. Aún piensan que la familia pastoral es una suerte de réplica de la Virgen María, José y el niño dios.
- La mayoría de mis amigos «hijos de pastores» no parecen serlo. Yo tampoco parecía.
- Cuando decidí asistir a una iglesia sin mi familia, disfruté ser conocido por mi nombre y apellido.
- Cuando decidí asistir a una iglesia sin mi familia, disfruté presumir a mis amigos que mis papás son pastores. Se siente muy bien.
- Nunca elegí serlo, pero ha sido una de las experiencias que más ha marcado y determinado mi vida.